En escenarios tan inciertos y mediados por los cambios tecnológicos, las empresas que invierten en el talento humano, hacen una gran apuesta a la competitividad. Más allá de la discusión del ‘fantasma’ de la automatización de tareas con la llegada de la denominada cuarta revolución industrial, las compañías tienen una preocupación y a su vez, un desafío latente, prepararse para enfrentar los cambios y seguir siendo productivas.
Es así como cada vez más, las organizaciones abrazan la transformación digital, se reinventan para actualizar sus procesos e identificar nichos de mercados que les permita moverse en un campo de economía digital y diversificada, para la cual crean nuevos planes de negocio. Pero la tarea no termina allí.
Reinventarse, redefinirse, transformarse, adaptarse, innovar o como las empresas quieran llamar a ese momento de cambio, implica invertir más en el talento humano y esto no se reduce a una buena remuneración económica, sino también a generar las condiciones para que el ambiente laboral sea dinámico y saludable. En otras palabras, incluir un salario emocional, una medida que sin duda redundará en mayor productividad laboral.
Las exigencias del mercado y las coyunturas políticas, económicas y sociales propias de cada sector/industria, ejercen una fuerte presión en las empresas. En muchos casos, los empleados deben trabajar horas extra –sin que estas incluso sean reconocidas- y asumir tareas adicionales que agregan una carga laboral. En esos ambientes tan tensos, el estrés se naturaliza y se convierte una expresión cotidiana del trabajo que puede afectar la salud mental de los trabajadores al derivar en casos de depresión y ansiedad.
Según un reciente estudio de la Organización Mundial de la Salud, OMS, los trastornos por depresión y por ansiedad cuestan a la economía mundial US$ 1 billón anual en pérdida de productividad.
“Un entorno de trabajo adverso puede ocasionar problemas físicos y psíquicos, un consumo nocivo de sustancias y de alcohol, absentismo laboral y pérdidas de productividad. La promoción de la salud mental en el lugar de trabajo y el apoyo a las personas que sufren trastornos psiquiátricos hace más probable la reducción del absentismo laboral, el aumento de la productividad y la obtención de beneficios económicos que conllevan estos efectos”, asegura el organismo internacional.
En este contexto, el salario emocional es fundamental para impulsar el trabajo en equipo, desarrollar un clima organizacional saludable y promover la salud mental de los trabajadores.
El salario emocional además refleja el crecimiento consciente de la empresa y de sus líderes, ya que sus valores se ven representados en acciones que no tienen que ser necesariamente económicas, sino de sensibilidad, de consideración y de reconocimiento de la contribución y del esfuerzo del talento humano para que realmente este tipo de salario sea significativo y motivante para los trabajadores.
Asimismo, todos los esfuerzos de la empresa por ofrecer un salario emocional tienen que estar alineados con la cultura organizacional y con los valores institucionales. De nada sirve hacer reconocimientos o abrir espacios si son acciones que no apuntan a algo concreto, a un objetivo empresarial.
Esto ocurre cuando dentro de la cultura organizacional no hay espacio para el crecimiento personal y profesional.
Para ello es importante que los líderes tengan en cuenta tres factores clave: reconocer el esfuerzo de los trabajadores, ser conscientes de sus necesidades sociales y afectivas y que las acciones implementadas apunten a requerimientos particulares del personal, como promover jornadas de salida temprana o de descanso para compensar otras jornadas, flexibilidad horaria o espacial (como el teletrabajo), programas de formación y estudios para mejorar las habilidades del equipo de trabajo y el reconocimiento en tiempo o especie.
En todo este proceso, la comunicación es fundamental.
Todas las acciones que la empresa realice para motivar a sus trabajadores a través del salario emocional, van a impactar en la productividad y en la competitividad de la organización. Es decir, que motivar a las personas para que se capaciten para que asciendan, o lograr que la gente trabaje a gusto impactará en que se sienta reconocida y suma méritos en el trabajador, se refleja en los resultados de la empresa porque fortalece la cultura.
El salario emocional logra que los valores se materialicen en actos, hechos, conductas que contribuyen a una mejor calidad de vida. Este tipo de acciones dignifica el trabajo al tiempo que proyecta una mejor imagen de la empresa hacia sus stakeholders y hacia el mercado.